domingo, 17 de julio de 2011

...así se danza el camino

Caminan hacia el pozo, dando giros,
sin elongar el paso, sin hacerlo torpe,
los bailarines, llamas en movimiento.

Sin aferrarse, sin desprenderse,
la música que se eleva los guía,
se hacen visibles al amor.

Como quiera que alegre,
como quiera que duela,
en su gozo hay transformación.

El silencio del que provenían
ya era la danza dispuesta.
Volverán a él radiantes, absolutos.

Mientras tanto, en el camino,
tomarán las manos de los otros,
para devolverles el secreto:

Toda esta danza estaba en el corazón,
en la sangre, en el Sol, en la Luna,
en el polvo del sendero al atardecer.

Materia sin materia, intención sin intención,
objeto sin objeto, beso sin beso...
para el danzante sólo hay disolución.

foto: Martin Hill

Para seguir aprendiendo: Danza del Tao
Para disfrutar mirando: giróvagos sufíes
Para bailar: Franco Battiato

martes, 12 de julio de 2011

Sin nada, con todo

No tengo una mente iluminada.
No tengo un corazón puro,
ni un alma grande.
No tengo riquezas.
No tengo poder.
No soy ni fuerte ni grande ni veloz.
No soy un conquistador.
No tengo el liderazgo de un pueblo.
No tengo un linaje ilustre.
No poseo la ciencia,
ni un excelso conocimiento.
No tengo la destreza artística.
No tengo un discernimiento ejemplar.
No tengo una visión,
ni siquiera una visión pequeñita.
No soy santo.
No soy realmente bondadoso.
No tengo una voluntad invencible,
ni una determinación a toda prueba.
No tengo talentos únicos o especiales.
No tengo una belleza afamada,
ni un carisma arrebatador.
No tengo una renuncia perfecta.
No: de hecho no manifiesto
ninguna perfección.
No tengo una ínclita elocuencia,
ni un célebre sentido del humor.
No soy reconocido por ninguna heroicidad.
No soy un sabio, ni un virtuoso.
No siempre tomo el camino correcto,
ni hago siempre la elección adecuada.
Ni, efectivamente, tengo la razón.
No soy completamente honesto, o fiel.
No: me engaño a mí mismo con frecuencia.
No tengo nada impecable que ofrecer.
Ni siquiera soy humilde.
Nada tengo que me ayude a comprender
por qué me amas, Dios mío,
por qué me miras con dulzura.
Tu amor es misterioso.
Te ofreces sin reservas,
dándote del todo;
a mí, por ejemplo, que no soy nada,
que soy esa suma de mediocridades.
Sólo es la verdad, éste es el fuego,
has querido mostrármelo,
aunque yo nada comprenda.
Alabado seas, Dios y amor mío,
que me abrigas desde dentro.
Tu amor es un eterno secreto.


lunes, 4 de julio de 2011

¿Hacia dónde?

He aprendido perseverantemente de la espada.
He aprendido laboriosamente de la roca.
Me hice hermano de los montes y los ríos,
mas la alegría de tu encuentro me desboca.


Puestos ambos pies en tu camino,
apuesto la vida, tu rostro se trastroca;
buscándote en mi espejo, mi interior tuyo,
la llamada en llamarada te reciproca.


Suelto ambas amarras de esta orilla.
Soy del viento que tu soplo emboca.
El timón es tuyo. En tu amor confío.
Mi espíritu a tu piélago se azoca.


De cada día hago tu corambre nueva,
mi sangre a tu palabra se univoca,
el pecho es cielo, la noche huye, y su sombra
nada puede ya ofrecerme cuando embroca.


Sólo temo desmerecerte, hacerte agravio,
por algún motivo, por ésa indignidad loca
de no saber ser dádiva, donación sin vanidades,
sin la soberbia maldita que los pies deszoca.


Es en ti en quien mi alma se halaga,
es a ti a quien mi cuerpo invoca,
eres tú el jardín, la orilla, la ladera, el nido,
por hablarte se engalana hasta mi boca.


Amor mío, alivio de mis pesares,
que sea por tu diestra o por tu zoca,
ábreme el corazón y hazlo tu cabalgadura,
que sólo sea tu beso el que lo estoca.