Participar del abrazo
El viento mueve las olas de la mar,
recalan sencillas en la arena,
parece un corazón que late, vacía y llena.
Detrás de cada suceso se revela intacta
una pulcra verdad, permanece.
Y si abandono mi cuidado, resplandece.
Que desprendido del pasado latido,
sin esperar por el que ha de venir,
es vivir el instante perfecto. Afluir.
¿Cómo? Un misterioso eterno es presente...
La visión que me transforma me edifica,
en la proferida luz me trasporta y pacifica.
Buscándola fui a las crestas de los montes,
la vi un día: hollaba las cimas de granito.
Amanecía sembrada de efímero infinito.
Más abajo, en la hondura de los valles,
esparcía la vida a besos, verdeando,
y todo cuanto existe cultivando.
La abracé en el viento, la abrazaba,
vaciándome en su abrazo inadvertido,
respirando su silencio solo, conmovido...
Y el viento mueve las olas de la mar,
recalan sencillas en la arena,
y es mi corazón que late, vacía y llena.