86.
Sirve a tu Dios, presente en este templo, que es la
vida.
No seas loco, pues
las sombras de la noche pronto se espesan.
Me ha esperado
durante la eternidad de las edades;
por amor a mí, El ha perdido su corazón.
¡Y yo ignoraba la
felicidad que tan cerca tenía!
Mi amor aún no se había despertado.
Pero ahora mi
amante me ha dado a conocer
el sentido de los sones que percibieron mis oídos.
Ahora he realizado
mi felicidad.